The Who’s Quadrophenia


opera ad quadrophenia

La historia comienza en unas rocas en la playa, frente a un tormenta en el mar. Jimmy está sentado en esta roca en la bahía, con la lluvia cayéndole encima, reflejando sus pensamientos… «Por un momento soy yo»….»Bell Boy»….. Jimmy grita torturado por todo: «¿Puedes ver mi verdadero yo?, ¿Puedes?

La historia, según Jimmy

«Tenía que ir al siquiatra cada semana. Cada Lunes. Nunca supo lo que me pasaba. Decía que no estaba loco o algo. Decía que no existía tal cosa llamada locura. Le dije que tratara de permanecer en la fila en el campo de fútbol de Brentford un domingo por la mañana. Creí que podría cambiar de opinión. Papá lo ponía de otra forma; decía que yo cambiaba como las estaciones: un minuto era un rebelde sin causa y al siguiente un sentimental o bien me quedaba extasiado ante un ave. Esquizofrenia, lo llamaba… chiflado, decía mamá.

En casa todo solía estar bien. Papá renegaría de su cerebro cada noche y cuando la tele acabara, saldría en estampida de la casa, como un lunático para llegar a la tienda «Eel and Pie» antes que cerrara. Regresaría con cantidad suficiente como para alimentar a un ejército. Nunca me gustaron las anguilas, pero los «pays» y purés… y el licor. Mi amigo Dave decía que las anguilas vivían en el drenaje. Papa debe estar lleno de eso. Solía comer 5 malditas cajas diarias. No creo que se diera cuenta que yo me metía 5 cajas de «saltarines» cada día. Los líos en casa comenzaron cuando regresé de la bronca de Brighton. Dormí sobre la playa y arruiné mi traje, realmente me dolió lo de mi traje, a pesar de que mamá decía que no me importaba nada. Mamá es terrible con algunas cuantas Guiness encima, y no porque tomara sólo unas pocas. Tan pronto dije que saldría comenzó a regocijarse como si la guerra hubiese acabado. Ahi estaba yo hecho una montaña de paranoia. «Bajarse» de los saltarines no es muy divertido… te las puedes quitar tomando más en el momento que te empiezas a sentir mal, pero eso, al final, sólo empeora todo. Las pastillas me hacían ver cosas. Me hacían sentir grande, como Tarzán. Pero creo que veía la vida tal como era. La gente no se podía esconder de mí cuando andaba «dando el salto». Mi loquero solía tener un letrero en su pared para hacerte reír. Decía que un paranóico es una persona que tiene una leve idea de lo que está pasando. Así era yo cuando tomaba las «saltarinas».

Cometí el error al dormirme mientras «bajaba». Llevé el traje al lavado automático y estuve dos horas planchando la maldita cosa. Nunca se vió mejor. Tomé mi parka en caso de tener que dormir a la intemperie. Tuve dos noches de pesadilla durmiendo bajo el Hammersmith. Parecen haber sido cinco minutos en la noche cuando decidí esperar a que los demás salieran. Al hacerlo, nunca me reconocieron. Les grité y uno de ellos volteó y dijo «¿Como estás?» como si me recordara… «¿Trabajando?» Odio cuando me dicen eso. Por supuesto que no trabajaba. Todavía estaba en la maldita escuela.

Al día siguiente obtuve un trabajo como sacapolvo. Ahora sé porqué te preguntan «¿Trabajando?». Nueve «quids» por una semana completa de sucio trabajo. Se lo metían. Lo dejé dos días después con dos libras en el bolsillo. Dos de los empleados estaban hablando de ir a huelga por más dinero, pero la mayoría de ellos habían trabajado por años en el ayuntamiento. Lo miraban como si fuese una iglesia. El alcalde era como el papa. Uno de los viejos había recibido medallas como héroe de guerra y no tenía las agallas de ir a huelga por más sueldo. Estaban limpios, sin embargo, después de horas.

Hay una parte de mí que odia a la gente. No realmente a la gente, pero sí a lo inútiles y estúpidos que son. Se sientan mientras todo el mundo empeora y empeora. Guerras y batallas. Gente muriendo de inanición. Viejos muriendo porque sus hijos han tenido sus propios hijos y no tienen tiempo. Eso es lo que me hace romper cosas. Mi loquero dice que no estoy loco… debería verme cuando me enojo.

No sé qué fue lo que me hizo click, pero me recobré durmiendo. El clima era terrible. Dos noches lluviosas y ya. Comencé a pensar en regresar de vuelta a Brighton. que me hacían compañía. Lo que era realmente extraño era ver a aquella «avecilla» que tanto me gustaba, hasta la tuve en la playa en Brighton. Dos en un sleeping-bag es realmente cómodo hasta que acabas. De todas formas, ella andaba con mi amigo Dave, él!

Ella me pasó caminando después de un baile en el Goldhawk. La chica de mi mejor amigo. Me lo hizo. Lancé mi GS a la lluvia. No puedo soportar pensar en ello. Caminé a la estación bajo la vía del tren, atravesando el río. Quise lanzarme frente al tren, pero no lo hice. Tomé 20 saltarinas al mismo tiempo, compré un boleto de primera clase a Brighton y me lancé a la tierra de mis sueños.

Algo hice en el tren. En algún punto podría jurar que flotaba en el vagón observando a los dos caballeros citadinos. Lo más raro de todo era que también me veía a mí mismo. Deben haber sido las píldoras otra vez.

Brighton es un lugar fantástico. El mar es tan hermoso que quieres saltar dentro y hundirte. Cuando estuve ahí la última vez, había como dos mil mods manejando arriba y abajo en sus scooters. Mi scooter hizo su último alarde en esas calles. Pero, no sé, me sentía realmente anónimo en ese entonces, como cuando estás en un ejército. Pero todos eran mod. Todo era una moda. Donde voltearas había mods. Algunos tan bien vestidos que enfermaban.

Los Levi’s se habían puesto a la moda hacía solo un mes y algunos ya llevaban puestos jeans de tal forma que parecía que hubiesen nacido con ellos. Estaba este tipo que parecía ser el As. Bailaba una noche en el salón Aquarium y todos le imitaban. El se la pasaba haciendo pasos distintos y todos bailaban la danza que él iba inventando. Eso es poder, también era pesado, rudo…

Cuando los mods se juntaron en Brighton, llegaron también los rockers. Había tantos de un lado como de otro. Pero este loco agarró a dos de ellos y los apaleó. Esto no es común, se los aseguro.

Yo estaba en medio de una multitud que perseguía a tres rockers por la calle. Cuando se dieron cuenta que de todas formas iban a ser alcanzados voltearon para enfrentar su destino. Cientos de estos chicos con los que estaba pararon de repente. Fuí el primero en parar, pero el resto corrió. Así que tuve que seguirlos. No hay nada más feo que un rocker. As no habría corrido. Había roto las ventanas del hotel. Era magnífico. Tenía una escopeta recortada bajo el abrigo y hubiera comenzado a partir cráneos mientras seguía pareciendo Fred Astaire renacido. Es curioso. Lo ví temprano hoy. Acabó trabajando en el mismo hotel, pero no era el administrador.

Nunca sentí haber blasfemado. En un sentido, a la antigua, ¿Saben?, pero estaba en un estado de ánimo blasfemador cuando salí a Brighton. Brighton me animó, pero las mujeres me traicionaron. El trabajo no valía el esfuerzo, la escuela no merece ser mencionada, pero nunca creo haber sido traicionado por ser un mod. Tomé un bote por primera vez al mar. Tenía unas pocas saltarinas y me sentí envalentonado asi que me dirigí a esta roca lejos de la costa. Estuve ahí en paz, no se qué estaba pasando. Ahora lo sé.

Esquizofrénico. ¡Qué risa! Debe estar bien ser un loco así nomás y ordinario. A medio camino tomé un trago de este Gin Gilbeys que había comprado. Me hizo bien en el bote, especialmente encima de las pastillas y en la «bajada». De cualquier forma el sonido del motor se conviertió en este latido que luego se convirtió en el sonido de pianos, como coros angelicales o afinaciones de orquesta: un sonido increíble. Como el tipo de sonidos que esperas oír en el paraíso… si es que existe.

Me pellizqué y ya no estaba ebrio. Estaba flotando. Me sentía realmente feliz. Debo haberme visto malditamente estúpido. Ondaba mi Gilbeys al aire y cantaba. acompañando al motor. El sonido se hizo mejor y mejor. Estaba al borde del delirio cuando llegué a la roca. Apagué el motor y salté a ella. Cuando el motor se detuvo, lo hizo la música y cuando aquella bella música paró, recuerdo la «bajada» que tuve. Me sentí enfermo. El mar salpicaba en todos lados y había truenos a la distancia. Recordé porqué había ido a aquella maldita roca.

Así que por eso estoy aquí. El maldito bote se fué a la deriva y estoy atrapado aquí enmedio de esta lluvia viendo pasar mi vida frente a mí, solo que no sucede en un flash. Gatea frente a mí lentamente. Ahora es el crudo esqueleto de lo que soy:
Un tipo rudo, un bailarín empedernido
Un romántico, ¿Seré yo por un momento?
Un maldito lunático, hasta cargaré tu equipaje
Un mendigo, un hipócrita, que el amor reine en mí
¿Esquizofrénico? Soy un maldito quadrofénico.

opera ad quadrophenia cover

Quadrophenia
Ejecutan:
John Curle – voz
Roger Daltrey – voz
John Entwistle – bajo, vientos, voz
Keith Moon – percusión, voz
Ron Nevison – efectos
Chris Stanton – piano
Pete Townshend – efectos, multiinstrumentos, guitarras

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