En un artículo de Joseph Plambeck del 9 de Mayo para el NYT, el autor plantea que a medida que el desarrollo tecnológico en la música le ha impedido al mismo tiempo moverse en cuanto a la calidad. Vale la pena darle una leída http://www.nytimes.com/2010/05/10/business/media/10audio.html.
Steven Wilson contestó ya sobre el asunto estando de acuerdo y dentro de su cruzada por la fidelidad/anti-iPod.
La verdad es que las cosas cambian con el tiempo. Sin embargo, algunas cosas que creemos han mejorado, en ocasiones tienen un efecto negativo o de pasos hacia atrás, sin embargo, cambiamos y nos adaptamos independientemente del resultado que vayamos a tener. Hace poco platicábamos los del programa de lo que ha significado la televisión, por ejemplo: Antes existía una sola en los hogares, tenía un horario establecido (no 24 horas seguidas y menos de caricaturas) y era una especie de ritual de una a dos horas para la familia, como en su momento fué el radio. Hoy «necesitas» -cuando lo puede$ tener- una en cada cuarto (bendito consumismo) puesto que hay programación sin fin para todas las audiencias y miembros del hogar… ¿Bueno? ¿Malo? independientemente de la respuesta, está pasando, no importa que en muchas de las ocasiones, el contenido nos trate de idiotizar.
Así, en discusiones que ya hasta aburren, resulta que como el oído -dicen- no puede diferenciar entre los sonidos eliminados en una compresión de MP3 y los que gustan los audiófilos en cintas o en vinilos, pues bienvenido el MP3 y su -excelente- portabilidad. En mi caso, agradezco bastante la portabilidad y el ahorro en espacio, sin embargo prefiero escuchar mi música hecha archivos digitales en FLAC y usando las mejores salidas y bocinas que la computadora me pueda dar, para tratar de disfrutar al máximo la experiencia para la que el músico haya trabajado. Quizá antes de decir que el oído no da, haya que darle una oportunidad y tratar de ejercitarlo. (Por supuesto que buscaré argumentos válidos para sostener que se puede (o no) ejercitar el músculo auditivo, es posible que una degeneración gestada invalide esta última aseveración de mi parte).
¿Estoy ya viejo? ¿Esa onda es sólo para los audiófilos (yo no lo soy)? ¿Lo importante es otra cosa y no la fidelidad? No sé cuál sea la respuesta… está pasando lo que hemos discutido en otros posts: Ya no existe el álbum, sólo las canciones… Es posible que la música se esté convirtiendo en un mero background y no en algo más disfrutable y a lo que haya que ponerle atención… La industria se ha encargado de quitarle cualquier dejo de arte a la música al comiercializarla en un mainstream pop (o sea cual sea el género que las masas consuman). Siendo así las cosas: ¿Vale la pena preocuparse por encontrar nuevos sonidos? ¿Trabajar horas, días o semanas hasta encontrar un sonido poco perceptible que será «butchereado» por la compresión MP3? Esta búsqueda de fidelidades, de sonidos, de texturas es parte también del arte de la música….
… que siendo arte, debe contemplarse y disfrutarse, como se hace con una pintura, con una película… aunque quizá ésta última tendrá el mismo destino que la música dentro de iPods, iPads o vayamos a saber qué otro gadget.
Curiosamente, a diferencia de la televisión, que va hacia la alta definición globalmente aceptada y hacia hacer la experiencia cada vez más nítida dándonos cada vez más información de la imagen en cuestión, el audio parecería que se puede ir degradando cada vez más sin que a nadie le importe, le interese o siquiera, se de cuenta. A menos, claro está, que sea para hacer más intensa la capacidad de ver una película de alta definición en tu «Home Theatre». Nuestros oídos estarán destinados quizá a ser cada vez menos agudos en cuanto a la música. ¿Bueno? ¿Malo? Está pasando…
Me quedo con la reflexión que hacen Wilson y Porcupine Tree en The Sound Of Muzak
One of the wonders of the world is going down
It’s going down I know
It’s one of the blunders of the world that no one cares
No one cares enough
Deja un comentario / Leave reply